Atención: Como siempre, cuando empieza el post con esta letra chiquita que estás leyendo (si, date cuenta, comparala con la demás abajo y vas a ver que no es un defecto del monitor), significa que es un post altamente delirante y con mucho de opinión personal.
“Hola, dejame bailar aunque sea un tema”- dice el chico-
“Ok, pero no seas zarpado” – le contesta ella con cara entre risa y reto-
El pibe le da dos vueltas al ritmo de la canción de cumbia del momento, y después de 20 segundos le quiere robar un beso que no fue correspondido. En menos de lo que pudo darse cuenta de su fracaso ya tení a su presa a muchos metros. No le importó, simplemente fijó su rumbo en la siguiente víctima y fue al ataque. A esta serie de personajes me gusta llamarlos arrebatadores de asados.
Esto que describo pasó el sábado pasado en un boliche de moda superchick. Yo, en uno de mis lapsus de autismo del que cada vez soy un más frecuente seguidor, veo la situación desde un rincón y me río. Intuí el final antes del comienzo, pero lo extraño de la situación es la cadena de pensamientos que me trajo esa escena y posterior irrefrenable impulso de escribir.
¿Qué cosas pasaban por mi mente? La impaciencia que tenemos. Vos, yo, aquel. Todos.
No falta dar demasiados ejemplos para demostrarlo. Estamos tan llenos de información que nos invade por todos lados, que ya perdimos el foco de lo realmente importante. Hace 10-15 años teníamos que hurgar en cualquier biblioteca (física) para buscar información sobre algún tema. Ahora directamente metemos en Google lo que queremos buscar y nos da una lista de cosas para leer. Pasamos del problema de encontrar, al problema de descartar y con ello al potencial error de pasar por alto información importante. Antes de abrir cualquier página y leer lo que allí está escrito, inconscientemente nos fijamos en qué tan largo es. Y guarda con que supere los 4 párrafos porque nos da inmediatamente fiaca de leerlo. Para ejemplos de esas (malas) prácticas está quien les escribe. Ansioso por demás, quiere leer todo y siempre termina leyendo a medias. Una captura de mi explorador con las muchísimas páginas abiertas es el mejor ejemplo que se me ocurre para mostrarles:
Estamos ante flagelo del “Mundo Twitter”, donde todo se condensa en 140 caracteres de mierda. si hasta hay competencia de relatos cortos para sms. Ni contar de Facebook, donde preferimos leer si el gato que tenemos como “amiga” posteó alguna foto que un link de un amigo a un muy buen artículo. La situación se agrava si tenemos internet en el teléfono. No podemos mantener una conversación con nadie sin que el electrónico interruptor de vida suene trayendo las novedades sobre Pepe Hongo que twittea desde equis lugar.
Sucede con internet, pero también con los lados. Cuando recomendás un libro, lo que te preguntan no es si está bueno o no, sino cuántas páginas tiene. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Acaso no nos podemos detener a leer tranquilamente? Hay que aprender a disfrutar más allá de cuanto nos lleve una cosa. Un ejemplo que se me ocurre es la fantástica obra literaria de Victor Hugo, Los Miserablas y sus más de 900 páginas llenas de aventura, pasión y heroísmo en plena época de revolución francesa. Otro ejemplo es cuando recomendás leer Ulises. La gente (bah, quién lo conozca solamente) recordará que le dijeron que el último capítulo no tiene puntos ni comas y que lo mejor es leer las ciento y pico de páginas de un tirón. La gente cada vez consume más superficialidad.
¿Se comprende el punto o me enredé como siempre? Hay que parar un poco la máquina y entender que estamos tapados de información. Largar el Twitter a la mierda, empezar a compartir cosas más interesantes entre amigos y leerse una buena novela sin importar cuanto nos tome son un buen comienzo para todos. Y ya que estamos hablando de esto, me acabo de dar cuenta que ya te estás impacientando porque pasé los 4 párrafos escribiendo asique mejor te dejo antes que cierres la página…
Creo que este comentario deberias apuntarlo a la gente joven, haciendo comparación de mi generación con la de mi hermano de 11 me dió un poco de preocupación. No voy a negar que tuve y aún tengo todavía un lado friki (estaba programando un juego de rol a los 15 con gráficos, música e historia y todo durante seis meses y un imbécil de los que arregla PC me formateó todo porque decía que podía haber un virus en alguna parte de la máquina) pero a esa edad y desde antes sabía trepar árboles, cometer vandalismo ‘light’ y salir corriendo y volver con quemaduras de asfalto por partidos o por hacer boludeces con la bici; libros tampoco faltaban. Hoy en día son pocos los que leen libros y las calles casi no tienen chicos pateando una pelota o subiendose a un árbol. Para qué? Si con la Kinect moves un poco la patita y te enfrentas cara a cara contra Messi, si moviendo los brazos de un lado para el otro derribas dragones y demonios en tierras lejanas. No voy a negar que me gusta pero creo que poco a poco se pierde el sentido de la vida. Y si, los boludones mas grandotes nos dedicamos a esas huevadas del grafiquito.
Respecto de la ventana con solapas, generalmente tengo 11 o más solapitas abiertas. Re-recomiendo Scielo y agrego además como buena fuente la de Mendeley (www.mendeley.com), es casi como un facebook de ñoños con buenas bases de datos.
Coincido con vos en lo frustrante de querer saberlo todo y a medida que avanzás te das cuenta de que te falta más y más por saber.
Abrazo!!!