¿Quién acaso no se ha maravillado una noche en el campo o en la montaña cuando se deja ver la Vía Láctea? A continuación les vamos contar como fue el desarrollo del conocimiento de la galaxia que nos aloja. A distrutar!

Mitología y forma

El nombre viene de la mitología griega: ésta cuenta que la espoza de Zeus, Hera, derramó leche mientras amamantaba a uno de sus hijos y generó la franja blanquecina de estrellas. Por ende la llamaron galaxias kyklos (en griego, anillo de leche) y los romanos, influenciados por la mitología griega, la llamaron via lactea (camino de leche).

Si nos movemos hacia lo racional y prescindimos de la mitología, el primer registro escrito sobre la composición de la Vía Láctea corresponde al filósofo griego Demócrito  (aproximadamente en el 440a.C.) quién conjeturó que se trataba de un gran conglomerado de estrellas. Ahora parece una obviedad pero en ese entonces, cuando todo estaba regido por lo mitológico, fue un gran avance.

En 1609, Galileo apuntó su reciente telescopio hacia la galaxia y pudo comprobar que habían muchísimas más de las 6000 estrellas que se podían contar una noche despejada y que no estaban dispersas en toda la bóveda celeste sino que estaba agrupadas en una franja que además poseía un centro de mayor luminosidad. Quién dio un paso trascendente fue el astrónomo inglés Thomas Wright quien luego de estudiarla durante varios años escribe “An original theory or new hypothesis of the universe” (en 1750) en donde postula que las estrellas estaban distribuidas en forma de disco aplanado. No fue tomado en cuenta porque (según cuentan los escritos) era un hombre bastante peculiar, y agregaba a sus estudios ideas confusas e inclusive místicas.

Tamaño y número de estrellas

La primera persona que estimó la cantidad de estrellas que contenía la galaxia y su tamaño fue el para mí más grande astrónomo de la historia, William Herschel (no se si Chimango opinará lo mismo). Este interesantísimo personaje (músico y militar de profesión), compró a los 35 años de edad un libro de astronomía y fue amor a primera vista; hasta su muerte a los 83 años no paró de hacer descubrimientos y de generar ideas nuevas. Desde el descubrimiento de Urano, 2 lunas de Saturno, tamaño y cantidad de estrellas de la Vía Láctea, construir el telescopio más grande de su época y muchas cosas más.

Aplicó por primera vez la estadística a la astronomía realizando un “muestreo” del cielo. Básicamente tomó 683 regiones bien apartadas unas de otras y que cubrían la bóveda celeste y contó con uno de sus telescopios el número de estrellas. Obviamente que encontró que a medida que se acercaba a la Vía Láctea el número de estrellas que contaba en esas regiones se incrementaba. el 1785 presentó un trabajo donde describía su metodología y  anunciaba que el diámetro mayor era de 800 veces la distancia Sol-Sirio y el menor 150 veces. También anunciaba que contenía 800 millones de estrellas.

Con el paso de los años se pudo calcular la distancia Sol-Sirio y ahora sabemos que Herschel midió que la galaxia tenía 8000 años-luz, muy lejos de los 100.000 años-luz que sabemos ahora que tiene. También subestimó el número de estrellas; con las últimas técnicas se ha logrado estimar que posee 200.000 millones de estrellas. De todas formas, su legado es increíble ya que en esa época uno se animaba a hablar de tan grandes números quedaba como un loco desquiciado.

La rotación de la galaxia

El mismo Herschel descubrió en 1805 que el sol se movía respecto a las estrellas vecinas. Esto fue una sacudida en los cimientos del conocimiento; hacía poco más de un siglo que se había aceptado que la tierra no era el centro de todo y ahora ni siquiera el sol tenía una posición dominante.

Pasaron los años, en 1842 se determina la relación matemática entre la velocidad una fuente sonora y su tono conocida como efecto Doppler (cortesia del físico y matemático austríaco Christian Doppler); luego fue el turno de físico francés Armand Fizeau, quien en 1848 indica que ese efecto era aplicable a cualquier tipo de onda en las que estaba incluída la luz y con ello se pudo determinar el acercamiento o alejamiento de las estrellas. Sólo 20 años después, y en 1868, William Huggins fue la primera persona en calcular la velocidad relativa de una estrella y lo hizo con la más cercana compañera del sol; Sirio. Midió que se alejaba a la impresionante velocidad de 46km/s.

Con toda este caudal de nuevos métodos y datos, los astrónomos se pusieron a calcular las velocidades relativas de las estrellas y descubrieron que no tenían un movimiento errático (como se suponía en un momento). Fue el holandés Jacobus Kapteyn, quien en 1904 descubrió que las estrellas de la Osa Mayor se movían todas en una dirección de preferencia. Luego, al profundizar en su estudio descubrió dos tipos de movimientos estelares; una masa de estrellas que avanzaban con las de la Osa Mayor, y otra masa que lo hacía en sentido inverso. Fue Jan Oort (sí, el de la mismísima “nube de Oort”) quien dio en la tecla al interpretar en 1927 esos movimientos como una rotación de la galaxia en torno a su centro luminoso. También determinó que el Sol daba una vuelta completa cada 230 millones de años.

En la actualialidad sabemos que el 90% de la masa de la galaxia está concentrada en la zona central. También se estima que más del 85% de las estrellas tienen una masa inferior al sol por lo que habría aproximadamente 200.000 millones de estrellas sólo en nuestra galaxias.

Para despedirme, quiero tratar de acercarles lo que significa ese número gigantesco de estrellas que hay SOLO en nuestra galaxia. Si cada estrella fuera un simple grano de arroz (en un kilo hay +/-30.000 granos), el peso de la galaxia sería de 6500 toneladas! Será hasta la próxima