Propagandas eran las de antes. Esta duró 108 minutos y no fue un infomercial, no vendían máquinas de jugo o para abdominales más firmes y de hecho el mensaje pretendido por sus ideólogos se considera ahora una curiosidad histórica de una época -dorada o terrible, según a quién se le pregunte- en la que la rivalidad de dos bandos contendientes se trasladó mas allá de las armas y produjo hazañas que trascendieron las mezquinas intencionalidades políticas que les dieron origen. El impacto que causaron resonó mucho después de llevadas a cabo, sacudiendo la imaginación de muchos y capturando la mía desde muy temprano, aún cuando yo nací veinte años después. Les debo parte de lo que soy y de lo que me gusta, y a Yuri Gagarin primero de todos.

El 12 de abril de 1961, a bordo de una cápsula Vostok 3KA apenas lo suficientemente grande como para él y sus cojones, Yuri Gagarin se convertía en el primer ser humano en salir de nuestro planeta. Hoy se cumplen 50 años de su viaje.

La carrera espacial la habían iniciado los mismos soviéticos en 1957 con el Sputnik y su emisión de radio en 20.005 MHz y 40.002 MHz convenientemente puestas para que radioaficionados de todo el mundo escucharan el “bip” que finalmente destruyó la sensación de superioridad tecnológica norteamericana, metiéndolos de cabeza en la carrera. Apenas dos años después, se iniciaría el programa Vostok, cuyo objetivo era poner un cosmonauta en órbita; Gagarin y otros 19 fueron seleccionados como parte de éste, y los seis mas petisos formaron lo que se conoció como “la vanguardia de los seis”, que fueron entrenados mas rápido para lograr el lanzamiento antes. Tener mucha experiencia de vuelo no era obligatorio, ya que las cápsulas fueron diseñadas para ser controladas desde tierra (aunque podrían realizar algunas funciones en caso de perder el contacto).

A las 6:07 (utc)  Se produce el lanzamiento de la Vostok 1 desde Tyuratam (Kazajastán) y en ése momento Gagarin dice “¡Poyekhali!”,algo así como “¡vámonos!”, término que se volvió equivalente en la cultura rusa al discurso de Armstrong (“un paso pequeño para un hombre…”) y aún hoy se usa a veces hasta en los brindis. La misión estuvo muy cerca del desastre al final, cuando antes de la re-entrada los cables que ligaban la nave al módulo de servicio no se separaron, haciendo precipitar a la cápsula a través de la atmósfera con un montón de masa extra. Durante varios minutos tuvo que soportar temperaturas extremadamente altas y una gran fuerza de 8 G porque la cápsula empezó a girar rápidamente, hasta que se desprendieron los cables y pudo recuperar el control. En vez de aterrizar en su cápsula, Gagarin saltó y usó su paracaidas. Este hecho fue ocultado durante mucho tiempo después (y lo forzaron a mentir durante la conferencia de prensa) para que el vuelo sea reconocido por la FAI (Fédération Aéronautique Internationale) quienes en sus reglas de 1961 requerían que para que un vuelo sea considerado “vuelo orbital”, el piloto tenía que aterrizar con su nave.

Dos chicas vieron el aterrizaje de la cápsula (cómo rebotó un par de veces, dejando un crater en el primer punto de impacto). Diez minutos después, Gagarin lograba tocar tierra ante la asombrada mirada de un granjero y su hija quienes empezaron a retroceder espantados al ver al cosmonauta con casco y traje naranja arrastrando su paracaídas, por lo que les tuvo que decir que no tuvieran miedo y aclarar que era Soviético como ellos, sólo que acababa de bajar del espacio y necesitaba un teléfono para llamar a Moscú. Como quien dice que llueve, ¿no?
Gagarin volvió hecho un héroe, dedicándose los meses siguientes a viajar por el mundo promocionando el logro soviético. Para evitar perder semejante símbolo, se le prohibió seguir participando como cosmonauta del programa espacial, lo que lo llevó a un cuadro depresivo en los años posteriores. Yuri Gagarin muere trágicamente junto con Vladimir Seryogin en un Mig 15 durante un vuelo de entrenamiento, en el cual al parecer no se les informó de las condiciones climáticas adversas (el controlador aéreo tenía información desactualizada). Se especula que “algo”, probablemente otro avión rompiendo la barrera del sonido muy cerca de ellos, los forzó a tomar acción evasiva y al no poder juzgar bien su altitud, no pudieron recuperarse de la maniobra.

Desde el 12 de abril del 2001 se celebra la noche de Yuri en conmemoración del vuelo de Gagarin en la Vostok-1.

A menudo la ciencia y la tecnología que se origina de ésta cambian nuestra percepción de las cosas. El viaje que la humanidad inició con Gagarin y llegó a su punto álgido con las misiones Apollo produjo, en mi opinión, un cambio radical en la percepción de nosotros mismos como especie casi tan grande como cualquier revolución científica pero con un efecto mucho más inmediato. Empezamos a darnos cuenta que estamos todos en el mismo planeta, que es finito, y no podemos pasárnosla mirándonos el ombligo y situando a éste en el centro del universo. Para eso fue necesario alejarse unos pasos y contemplar la situación desde lejos. Gagarin lo hizo de forma literal; la cápsula tenía instalado un “Vzor”, un orientador óptico instalado en un ventanuco a sus pies. A través de éste pudo ver a nuestro planeta desde esa perspectiva tan especial; las transcripciones de sus comunicaciones con el control de tierra muestran que quedó impresionado con la vista, el “aura azul” del planeta y las sombras de las nubes sobre la superficie. Eso, al parecer, le pasa a todos los afortunados que logran subir en órbita.