En la localidad Irlandesa de Birr se encuentra uno de los telescopios más antiguos, el Leviatán de Parsonstown. Este telescopio, construido en 1845 por William Parsons, tercer Earl of Rosse (Conde de Rosse), fue con sus 72 pulgadas (1,83 metros) el telescopio más grande del mundo durante 74 años hasta la entrada en funcionamiento en 1919 del gran telescopio de 100 pulgadas de Monte Wilson. Con él se vió por primera vez la estructura espiral de la galaxia del remolino, M51, como atestigua el cuaderno de observación que aún se conserva en el museo del castillo.
El poder de observación de un telescopio no está dado por su poder de magnificar o ampliar un objeto, sino que está dado por la capacidad de recolección de luz que éste posea, acá entra en juego la superficie colectora, o sea el diámetro del telescopio o la apertura y el tipo de detector usado. De hecho con los nuevos detectores de luz (CCD) se ha logrado aumentar el poder de recolección de luz ampliamente. Es fácil ver esto si pensamos en los fotones como una lluvia de partículas, entonces mientras más grande sea la superficie colectora (espejo primario del telescopio) más fotones vamos a recolectar, y ya que hemos pensado en los fotones como lluvia de partículas, pensemos en el detector de luz, el CCD, como constituidos por baldes donde las gotas (en nuestro caso los fotones) son acumuladas. Entonces la luz recolectada es procesada luego el resultado son las increíbles imágenes tomadas por ejemplo por el Hubble. Con esto ya saben el principio básico del funcionamiento del telescopio digital. Obvio este proceso es un poco más complejo, entre el espejo y el detector se ponen algunos instrumentos más, pero por ahora lo dejamos ahí.
Volviendo a la estrella de este post, el Leviatán de Parsonstown, contaremos un poco de su historia. Por muchos años Lord Rosse estudio el cielo nocturno con su telescopio de 36 pulgadas en el en Irlanda. La mayoría de los objetos que le interesaban eran las nebulosas, termino que se le asignaba a cualquier objeto borroso en el cielo. En ese momento no se sabia que estas llamadas nebulosas eran en realidad una gran variedad de objetos diferentes, que van desde cúmulos estelares y galácticos hasta nubes de gas y polvo. Los telescopios de esa época simplemente no estaban capacitados para resolver estos objetos. Por lo que surgieron nuevas incógnitas por ejemplo: ¿las nebulosas tienen estrellas? Sabiendo que un instrumento de mayor medida resolvería este enigma, Lord Rosse se propuso construir el telescopio de 1.82 metros de diámetro. Lo que se interponía en su camino fue una serie de notables hazañas de ingeniería que tendría que realizar para construir semejante instrumento.
Hoy en día es posible crear telescopios con espejos primarios de 10 metros de diámetro, sólo aplicando un metal reflectante en la superficie del vidrio utilizado. Pero a fines de 1800 los espejos de metal utilizado para espejar las superficies de los vidrios utilizados era mucho más pesado y problemático. Se utilizaba una aleación de cobre y estaño que era muy difícil de aplicar y moldear y que tenía también otro problema, se empañaba muy rápido. Sin embargo, después de tres intentos con grandes hornos de turba, Lord Rosse y sus colaboradores lograron crear el mayor espejo para un telescopio en esa época.
Se crearon dos espejos, una copia de seguridad que era necesaria para cambiar cada 6 meses el vidrio, debido a la sensibilidad de la superficie reflectante. Bautizado como el Leviatán de Parsontown, Telescopio reflector Lord Rosse, fue el más grande durante 75 años. Sin embargo debido a la magnitud de este instrumento, la montura solo poseía un movimiento en la dirección este-oeste. Este montaje fue el primero y último en su clase, y con aspecto de fortaleza sigue siendo bastante impresionante. El tubo de 18 metros de altura, está suspendido entre dos paredes de piedra de 21 metros de largo y 15 de alto. En la parte superior de estos muros, que protegen al instrumento de vientos fuertes, está la plataforma móvil de observación. Al principio, la mayor parte de las observaciones fueron de la Luna y algunos planetas del sistema solar. El descubrimiento más importante hecho por el Parsontown fue la naturaleza espiral de la nebulosa M51. Ahora conocida como la Galaxia del Remolino, M51 fue el primer objeto clasificado como espiral. Mientras que Lord Rosse observó correctamente M51 y la tachó como estrella, el debate sobre la verdadera característica de las nebulosas quedó sin ser revelada, y no fue hasta la década de 1920 que Edwin Hubble reconoció a algunos de los objetos difusos como galaxias, como lo es la Via Lactea. El Leviatíán es un testimonio de la habilidad de ingeniería óptica y astronómica de esa época. De hecho, la galaxia dibujada a mano por Lord Rosse tiene muchos más detalles que una fotografía tomada un siglo después por el telescopio de 200 pulgadas de Monte Palomar.
El telescopio se dejó de utilizar en 1878, y fue desmantelado en 1908. A finales de 1990 fue reconstruido con un nuevo espejo y motores que permite apuntar mucho más fácil. El telescopio continua siendo utilizado por aficionado. En el centro Histórico de Irlanda de Ciencias que funciona en el Castillo de Birr se exhiben partes antiguas de este legendario telescopio.
Eso me hace acordar a la tecnología usada para ir a la luna: Confiarias en una nave con la mitad de tecnologia que una calculadora de mano para ir a la luna?
depende del origen de la nave, si es made in china seguro que no me subo ni mamado..jaja
Muy bueno cuate! Me imagino lo que era esa montura hace más de 100 años!
Hola! yo tengo un telescopio casero con un espejo de 20 cm, una vez lo intenté limpiar y le arruiné la superficie! Masticando bronca llame a Amigos de la Astronomía y me mandaron a ver a “Jordi”. El taller de este hombre, creo que en la calle Pacheco era para una nota, impresionante! Pulía los espejos a mano, recuerdo que que estaba puliendo uno de 1.2 mts para estudio de la capa de ozono. Larga vida a Jordi!
Saludos
Alejandro
que ganas de pulir a mano un vidrio de 1.2 mts si ya con uno de 15 cm te volves loco.. la verdad sorprendente lo de Jordi, un capo.