Me viene pasando los últimos años que cada vez que salgo a caminar por la montaña les quemo la cabeza a mis acompañantes ocasionales hablándoles de tipos de roca, edades, formaciones y estructuras (sin olvidarme de la geomorfología). A diferencia de lo que pensaba inicialmente, la gente que le gusta hacer andinismo se siente atraída e interesada en escucharme hablar horas y horas sobre “piedras”.
Lo que ustedes ven en la imagen superior es una fotografía tomada desde el cerro Guimón, en los Andes Centrales, hacia un cordón que se encuentra al sur. Cuando un andinista tiene ese paisaje enfrente suyo, casi seguro que se maqueta la siguiente imagen en su cabeza:
Lo primero que visualiza son las cumbres y sus alturas. La más alta por lo general atrae más. Posteriormente traza múltiples posibles vías de ascensión. Busca alguna ruta “normal” (generalmente la de menor dificultad y por donde es más ascendido el cerro) y posteriormente traza vías más expuestas, con pasos de escalada e inclusive se imagina el cerro en época invernal proyectando posibles acarreos nevados y convertidos en corredores por donde subir. Tampoco pasa por alto y calcula la cantidad de días que va a necesitar para cada “menú” que diseñó sobre esos cerros. Cada andinista puede poner más énfasis en alguno de esos puntos en particular pero la cadena de razonamiento es bastante clara y uniforme.
En cambio el geólogo (o alguien con dominio de la geología), dependiendo de su especialización va a notar los rasgos estratigráficos, estructurales, sedimentológicos, geomorfológicos y un largo etcétera. Sin embargo, en una primera aproximación grosera va a diseñar en su cabeza la siguiente vista:
Pasa por alto totalmente la parte superior de los cerros (sus cimas) para focalizarse en las cosas más groseras del cordón, que son las hermosas “escamas” (repeticiones) de la columna jurásico-cretácica. Si tuvo acceso a algún trabajo previo sobre el área y pudo estudiar más detenidamente (los cerros de la foto en línea roja):
entonces seguro va a identificar las formaciones y edades que se le aparecen ante sus ojos:
Inclusive pensará en hacer algún tipo de sketching de los afloramientos para una futura publicación con las referencias geográficas altimétricas para ayudar a la localización:
¿A qué viene todo este delirio?
Simple. Cuando leo o escucho a otros decir que la montaña se disfruta de una única forma me río socarronamente. La montaña se disfruta de tantas maneras como personas las suben. Existen personas apasionadas por las plantas, otras por las aves, otras por los desnutridos glaciares que aún quedan, otras por el clima, otras por los cielos tremendamente claros que se ven durante las noches, otras por subirlas lo más rápido posible, otras por bajarlas lo más rápido posible, otras que añoran subir “a la antigua”, usando lo mínimo e indispensable. En fin, multiplicidades de ver, sentir y disfrutar, cada uno a su manera, esa linda pasión de andar por entre los cerros. Será hasta la próxima.