Sigiriya es el único testigo de la civilización de Ceilán durante los años del reinado de Kassapa I. El emplazamiento de la “roca del León” fue visitada desde el siglo 6 dC por admiradores apasionados. Los habitantes de Sigiriya inauguraron un estilo pictórico que perduró durante muchos siglos. Los poemas inscritos en la roca por algunos de estos admiradores, conocido como, Sigiri graffiti, se encuentran entre los textos más antiguos en el idioma cingalés, y esto muestra el resultado de la influencia ejercida por la ciudad abandonada de Kassapa en la literatura y el pensamiento.

En el corazón de Ceilán está el extraordinario sitio de Sigiriya sobre una alta roca de color rojizo, de una altura de unos 150 m sobre la meseta. Ha estado habitada desde el siglo 3 aC, como lo demuestran las imágenes que proliferan en grutas y refugios de los monjes budistas. La fama de la ‘roca del Leon‘ es, sin embargo, debido a un solo factor: durante un breve período en el siglo 5 dC, un soberano estableció su capital allí. Rey Kassapa I (477-95), hijo de Dhatusena, solo llegó al poder después de haber dirigido el asesinato de su padre, y destronar a su hermano.

Justamente por temor a la venganza de este último, Kassapa realizo un palacio construido en la roca de Sigiriya que tenía fama de ser inexpugnable. Sin embargo, fue allí donde fue derrotado después de una batalla corta pero cruel en 495, tras lo cual se cortó la garganta. Después de la muerte de Kassapa, Moggallāna regresó al los monjes Sigiriya, por lo que lo condenó al abandono progresivo. Durante los once años que residió Kassapa en Sigiriya, creó una residencia de esplendor excepcional y fundó su capital allí, vestigios de la cuales aún existen.

En la cumbre de la roca se ralizó el palacio-fortaleza, con sus edificios en ruinas, sus cisternas y sus esculturas de piedra. A los pies de la roca dos barrios de la ciudad inferior, que son defendidos por una enorme pared: el barrio del este (tal vez posteriores al siglo 5 de nuestra era), que no ha sido suficientemente excavados, y el barrio aristocrático de la capital de Kassapa I , destaca por sus jardines colgantes adornados por canales y fuentes, así como de numerosos restos monumentales que se han desvinculado de la selva que había invadido las ruinas.

A mitad de la roca, dentro de un abrigo rocoso inaccesible en la pared vertical de la cara oeste están las pinturas rupestres que se han ganado el elogio universal, conocidas como “Las Doncellas de las Nubes“, 21 figuras femeninas no identificados.

Con la imagen de las doncellas nos despedimos hasta la próxima, acá les dejo la fuente.